DESPIERTA
Cuando
te cueste cuidar lo que crees
que no
merece la pena,
despierta:
Viene el
amor sobre todo amor,
el amor
que sustenta lo frágil
de la
humanidad.
Viene
por amor,
Viene
por amar.
Cuando
olvides la raíz de tu esfuerzo,
despierta:
Viene la
raíz de toda raíz,
la raíz
que ancla en las tormentas
más
inhóspitas de la humanidad.
Viene
por amor.
Viene
por amar.
Cuando
te emborraches del ruido de tu ego,
despierta:
Viene la
humildad de las humildades
donde
menos te lo esperas,
en lo
más discreto de la humanidad.
Viene
por amor.
Viene
por amar.
Cuando
te agotes y veas como salida el abandono,
despierta:
Viene el
que tiene la última palabra de esperanza
en los
desalientos más amargos.
Viene
por amor.
Viene
por amar.
Cuando
te aturda la ambigüedad del camino,
despierta:
Viene el
que da sentido a cualquier niebla en tu biografía,
aunque
sea de noche,
aunque
sea de noche opaca,
aunque
sea de noche absurda y dura…
Sí,
viene por amar.
Sí,
viene por amar.
Cuando
te de miedo el abismo de la soledad,
despierta:
Viene el
que nunca nos ha dejado solos
el que
habita en tu corazón
de niño
herido,
de niño
perdido,
de niño
que busca amar y ser amado…
Sí,
viene por amor.
Sí viene
por amar.
Cuando
no tengas el valor de abrirte de corazón
a la
santidad de la presencia de los demás en tu vida:
despierta:
Viene el
que confirma
que lo
humano es el camino de lo divino,
el que
confirma
que nada
humano le es ajeno,
el que
confirma que nada humano
es
insignificante
para su
presencia amorosa.
Sí,
viene el que siempre ama.
Sí,
viene el que siempre salva.
Cuando
te amargue la vida esta tristeza animal,
allá en
tu fondo más hondo,
despierta:
viene la
salvación
que
supera cualquier gris humano demasiado humano,
que
supera cualquier maldad humana demasiado humana
que
supera cualquier fracaso humano demasiado humano.
Sí,
viene el que siempre ama.
Sí,
viene el que siempre salva.
Cuando
el desaliento
ante
tanta maldad,
ante
tanta sandez,
ante
tanto cinismo
te
impida respirar con serenidad:
despierta:
viene el
apacible de los apacibles,
viene el
sosiego de los sosegados,
viene la
confianza de los confiados.
Sí,
viene el que siempre ama.
Sí,
viene el que siempre salva.
Cuando
sientas que lo absurdo
de tanto
egoísmo,
de tanto
clericalismo,
de tanto
cinismo
arañe tu
mejor sensibilidad,
despierta:
viene el
que da luz,
viene el
que da sensatez,
viene el
que da inteligencia
para
vivir la libertad de los hijos de Dios.
Cuando
tu fe sea como
una
ruina irrecuperable,
una
ruina gélida,
una
ruina amorfa…
despierta:
Viene el
que, asombrosamente, todo lo hace nuevo.
Viene el
que mira con misericordia lo mejor del corazón humano.
Viene el
que rescata asombrosamente lo que parece que no vale nada.
Despierta,
sí.
Despierta.
Viene el
esperado de los esperados.
Viene el
más humano de lo humanos.
Viene el
santo de los santos de Dios
para que
los hombres seamos
lo mejor
que podemos ser:
verdaderos
hijos de Dios…
Sí,
viene Dios y se encarna en un rostro humano
para que
los humanos alcancemos,
con
rostro divino…
el
inimaginable rostro materno de Dios.
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