Pastor
Señor Jesús, nuestro pastor.
Señor Jesús, el que indulta lleno de paciencia nuestras ignorancias
evitables.
Señor Jesús, el clemente frente a tanta y tantas peleítas en
que nos empecinamos los creyentes.
Señor Jesús, el que mira hacia lo mejor del futuro superando
nuestros autoengaños tan humanos.
Señor Jesús, el que inspira la creatividad permanente de los
hombres y mujeres de buena voluntad.
Señor Jesús, el que quiebra los círculos viciosos en los que
nos embarullamos con nuestras sandeces.
Señor Jesús, el que nos infunde esperanza a pesar de
nuestras caídas en las injusticias y el pecado.
Señor Jesús, el que fundamenta la fraternidad irrompible al
hablarnos de Dios Padre de todos.
Señor Jesús, el que nos constituye para que hagamos bien el
bien por donde quiera que pasemos.
Señor Jesús, el que impulsa el compromiso para que todos
tengamos vida y la pongamos al servicio de la vida.
Señor Jesús, el manso lleno de la energía de la no violencia
en este mundo de resentidos.
Señor Jesús, el que consuela definitivamente en los momentos
de la muerte de seres queridos.
Señor Jesús, el que sacia de justicia los corazones cansados
de tanta y tanta impía inhumanidad.
Señor Jesús, el que nos enseña la limpieza de corazón ante
tanto y tanto interés mezquino.
Señor Jesús, el que mira como sólo lo puede hacer Dios.
Señor Jesús, el que nos hace capaces de creer en Dios de la
Vida.
Señor Jesús, el que se abre de corazón al que tiene delante.
Señor Jesús, el que inspira confianza inagotable a pesar de
nuestros pesares.
Señor Jesús, el que atraviesa gloriosamente las sombras del
pecado y de la muerte.
Señor Jesús, tu cruz es nuestra luz.
Misteriosamente.
Santamente.
En la fe.
Por la fe.
Para la fe.
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