O VIVOS O RESUCITADOS.
Señor Jesús, el
resucitado,
presente en todo
vértigo humano,
presente en todo
anonadamiento humano,
presente en todo
abismo humano.
La mala muerte de tu
mala muerte es penúltima.
Porque penúltima es
cualquier experiencia de deshumanización
en lo abyecto de la
historia de la humanidad.
Señor Jesús, el
resucitado,
misterio último de las
entrañas
de todos y cada uno de
los seres humanos:
ante ti,
por ti,
en ti:
o vivos o resucitados.
Señor Jesús, el
resucitado,
asombro de vitalidad,
asombro de cuidado,
asombro de amor
que impele las fuerzas
inagotables
de la materia,
de la vida,
de la historia.
Señor Jesús, el
resucitado,
susurro de santa
sabiduría:
ante ti,
por ti,
en ti:
o vivos o resucitados.
Señor Jesús, el
resucitado.
quiebras
definitivamente
los goznes de los
ególatras,
las falsedades de los
soberbios,
las idolatrías de los
poderosos de la historia.
No hay oración de
corazón humilde que no escuches.
No hay adoración con
pureza de intención a la que no te vincules.
No hay sufrimiento
humano que no acojas,
y, en su momento,
en su tiempo,
a tu manera,
lo sanes,
lo integres,
lo bendigas
en tu misterio de
amor,
en tu misterio de
santidad,
en tu misterio de
comunión.
Señor Jesús, el
resucitado,
vibración infinita de
santidad,
ante ti,
por ti,
en ti:
o vivos o resucitados.
Señor Jesús, el
Resucitado.
Sacias la sed de los
corazones solitarios.
Alientas la vida
permanente.
Eres el fulgor de los
seres humanos excepcionales.
Atraviesas lo mejor y
lo peor de los seres humanos.
Habitas en toda
miseria y en toda grandeza humana.
Palpitas en la
intimidad más íntima de cada ser humano.
Señor Jesús, el
Resucitado,
ante Ti, hombres y
mujeres
de estos tiempos tan
extraños,
en comunión anhelante
proclamamos
nuestra fe,
nuestra esperanza,
nuestra alegría
al sentirnos vivos
en tu Vida,
al sentirnos
hermanos contigo,
ante Ti,
por Ti.
Al sentirnos
creyentes,
como tantos y tantos
Hijos de la Luz
a lo largo de la
fascinante Historia de la Salvación
que recorre, evidente
y sumergida,
la Historia doliente y
clarividente de la Humanidad.
Señor Jesús, el
Resucitado,
aunque la culpa, el
sufrimiento, el aislamiento
aún nos corroen y
arañan nuestras pupilas,
aunque la maldad
arrugue obscenamente
los pliegues de los
rostros y las biografías
de tantos y tantos
empobrecidos de la historia,
aunque desesperemos,
tan humanos,
de nuestras mejores
capacidades
en estos tiempos
caóticos de inseguridades y miedos,
aunque haya tantos
noes sádicos a la dignidad humana,
hoy, una vez más,
Domingo de
Resurrección,
Domingo de los
domingos,
Domingo de la
Santidad…
llenos de pasmo, de
alegría, de gozo,
enraizados
misericordiosamente en ti,
proclamamos, con los
mejores de la humanidad,
que somos uno en el
amor,
que somo uno en la
vida,
que somos uno contigo,
Dios de Dios, Luz de
Luz,
Tú, Cristo Jesús, el
Resucitado,
el Santo de los
Santos,
la primera y la última
palabra
de lo más auténtico de
la realidad.
Amén.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.