miércoles, 27 de marzo de 2024

52.- CICLO B. DOMINGO DE RESURRECIÓN. 31.03.2024

 

O VIVOS O RESUCITADOS.

 

Señor Jesús, el resucitado,

presente en todo vértigo humano,

presente en todo anonadamiento humano,

presente en todo abismo humano.

La mala muerte de tu mala muerte es penúltima.

Porque penúltima es cualquier experiencia de deshumanización

en lo abyecto de la historia de la humanidad.

 

Señor Jesús, el resucitado,

misterio último de las entrañas

de todos y cada uno de los seres humanos:

ante ti,

por ti,

en ti:

o vivos o resucitados.

 

Señor Jesús, el resucitado,

asombro de vitalidad,

asombro de cuidado,

asombro de amor

que impele las fuerzas inagotables

de la materia,

de la vida,

de la historia.

 

Señor Jesús, el resucitado,

susurro de santa sabiduría:

ante ti,

por ti,

en ti:

o vivos o resucitados.

 

Señor Jesús, el resucitado.

quiebras definitivamente

los goznes de los ególatras,

las falsedades de los soberbios,

las idolatrías de los poderosos de la historia.

No hay oración de corazón humilde que no escuches.

No hay adoración con pureza de intención a la que no te vincules.

No hay sufrimiento humano que no acojas,

y, en su momento,

en su tiempo,

a tu manera,

lo sanes,

lo integres,

lo bendigas

en tu misterio de amor,

en tu misterio de santidad,

en tu misterio de comunión.

Señor Jesús, el resucitado,

vibración infinita de santidad,

ante ti,

por ti,

en ti:

o vivos o resucitados.

 

Señor Jesús, el Resucitado.

Sacias la sed de los corazones solitarios.

Alientas la vida permanente.

Eres el fulgor de los seres humanos excepcionales.

Atraviesas lo mejor y lo peor de los seres humanos.

Habitas en toda miseria y en toda grandeza humana.

Palpitas en la intimidad más íntima de cada ser humano.

 

Señor Jesús, el Resucitado,

ante Ti, hombres y mujeres

de estos tiempos tan extraños,

en comunión anhelante

proclamamos

nuestra fe,

nuestra esperanza,

nuestra alegría

al sentirnos vivos

en tu Vida,

al sentirnos

hermanos contigo,

ante Ti,

por Ti.

Al sentirnos

creyentes,

como tantos y tantos Hijos de la Luz

a lo largo de la fascinante Historia de la Salvación

que recorre, evidente y sumergida,

la Historia doliente y clarividente de la Humanidad.

 

Señor Jesús, el Resucitado,

aunque la culpa, el sufrimiento, el aislamiento

aún nos corroen y arañan nuestras pupilas,

aunque la maldad arrugue obscenamente

los pliegues de los rostros y las biografías

de tantos y tantos empobrecidos de la historia,

aunque desesperemos, tan humanos,

de nuestras mejores capacidades

en estos tiempos caóticos de inseguridades y miedos,

aunque haya tantos noes sádicos a la dignidad humana,

hoy, una vez más,

Domingo de Resurrección,

Domingo de los domingos,

Domingo de la Santidad…

llenos de pasmo, de alegría, de gozo,

enraizados misericordiosamente en ti,

proclamamos, con los mejores de la humanidad,

que somos uno en el amor,

que somo uno en la vida,

que somos uno contigo,

Dios de Dios, Luz de Luz,

Tú, Cristo Jesús, el Resucitado,

el Santo de los Santos,

la primera y la última palabra

de lo más auténtico de la realidad.

 

 

Amén.

 

Aleluya.

Aleluya.

Aleluya.

 

 

 

carmeloampelio@gmail.com

jueves, 21 de marzo de 2024

51.- CICLO B. DOMINGO DE RAMOS. 24.03.2024

 

 

SEÑOR JESÚS, LEO Y RELEO TU ENTRADA EN JERUSALÉN.

 

[Me acosan las preguntas ante este fragmento del tapiz de la condición humana

que es la entrada de Jesucristo en Jerusalén.]

 

¿Cuándo y cómo terminará mi peregrinación?

¿Por qué peregrino?

¿Hacia dónde peregrino?

¿Con quién peregrino?

¿Peregrino, peregrinamos, realmente hacia Ti, Señor?

A veces me siento como un náufrago cuando anochece.

Pero sé que tú, Señor, nos enseñas a fracasar:

tu fe fundamenta nuestra fe,

tu fe nos enseña a peregrinar.

tu fe nos enseña a caminar casi a ciegas.

 

¿Cómo sé si he hecho lo que debía hacer en este mundo?

¿Cómo sé el encargo que me has hecho, Señor?

¿Junto con quién colaboro en siembra de tu Reino?

¿Siembro de verdad tu Reino?

Ni quiero ni puedo contar mis cotidianas chapuzas, Señor.

Pero sé que amas sin condiciones,

con esa mirada tuya que no se ha vuelto a dar

en la historia de la humanidad:

la mirada del padre del hijo pródigo,

la mirada a Zaqueo,

la mirada a Lázaro.

 

¿Tu encargo son mis sueños, nuestros sueños?

¿Tus sueños son mi encargo, nuestro encargo?

¿Cómo ser veraz contigo, Señor?

¿Cómo ser veraz conmigo, Señor?

Ante Ti, lo mejor callarme,

como la adúltera del evangelio.

Sé que me alzas,

misteriosamente,

fraternalmente,

con esa ternura que salva al mundo,

ahora y por siempre.

 

¿Cuándo será el trayecto final de mi vida?

… me da miedo esta pregunta.

¿Cómo superar el miedo al final de mi vida,

 de mi biografía,

de mi existir…

¿Cómo será mi cesación?

¿Sufriré?

¿…cuánta soledad tendré?

Temor.

Temblor.

Íntima congoja en las entrañas de mis entrañas.

¿Acaso me/nos espera una aciaga niebla helada?

¡Auméntame la confianza, Señor!

¡Auméntame la aceptación, Señor!

¡Auméntame la fe, Señor!

 

¿Estoy camino del Reino de la Vida?

¿Realmente no sé si cuido la vida cotidiana

entre tanto y tanto desquiciamiento

en el que vivo, en el que vivimos?

Ando como un animal herido,

clamando…

Sé que tú sanas,

das consistencia,

generas esa confianza

maternal,

inagotable

santa.

 

¿Qué reino estoy ayudando a construir, Señor?

¿Llegaré a ser realmente yo mismo

muriendo a lo que he sido en la vida?

¿Cómo morir a mí mismo, Señor?

¿Qué quedará de mí contigo, Señor?

Me siento como un collage amorfo,

desvertebrado,

casi sin identidad propia.

Sé que tu eres el fundamento

de lo que me ha pasado,

de lo que me pasa,

de lo que me pase.

… Por ti, sé que, siempre,

lo mejor está por venir,

amor sobre todo amor.

 

¿Moriré y alcanzaré mi verdadera verdad?

¿Qué vitalidad tendrá esa verdad contigo, Señor?

¿Cómo ampliar la mirada a mi vida…

para que de verdad sea una mirada fe?

¿Cómo ensanchar mi horizonte…

para que de verdad viva en la esperanza que consuela

y fundamenta la alegría de vivir?

A veces me siento cercano a un insecto.

Pero tú ofreces vida en abundancia,

fascinante y misteriosamente,

en una alfaguara impensable.

 

¿Acepto ser simplemente un humilde servidor

de tus designios de amor?

 

¿Realmente mi camino hacia la muerte

es una fiesta

por Ti,

en Ti,

hacia Ti?


carmeloampelio@gmail.com


jueves, 14 de marzo de 2024

50.- CICLO B. CUARESMA 5. 17.03.2024


 

EL QUE QUIERA SERVIRME, QUE ME SIGA

 

 

Señor, quiero seguirte.

Vivo en un laberinto de espejos distorsionados.

¡Dame la sabiduría de tu luz!

 

Señor, queremos seguirte.

Rebosamos contradicciones muy humanas.

¡Danos la lucidez de tu luz!

 

Señor, quiero seguirte.

Vivo desconcertado en este imperio de la sandez.

¡Dame la ciencia de tu luz!

 

Señor, queremos seguirte.

Estamos cansados.

Estamos hartos.

Estamos indignados.

¡Danos la fortaleza de tu luz!

 

Señor, quiero seguirte.

Mis heridas y las heridas del mundo

parece que se amplían.

¡Dame la salud de tu luz!

 

Señor, queremos seguirte.

Coloca nuestra inteligencia de la realidad

en su verdadero sitio:

la contemplación de la presencia de la santidad.

¡Danos la valentía de tu luz!

 

Señor Jesús, quiero seguirte.

Coloca mi corazón en su verdadero sitio:

el emisor y el receptor de lo que de verdad importa

en la vida:

la comunión,

la santidad,

la paz.

 

Señor Jesús, queremos seguirte.

Colócanos en la perspectiva adecuada:

vivir tu presencia.

vivir en tu presencia,

vivir contigo en tu presencia

la comunión de toda comunión,

la paz de toda paz,

la salvación de toda salvación.

 

Señor Jesús, queremos seguirte.

Sólo tú tienes palabras de visa eterna.

 

Por ti sabemos que la expresión más bella de lo humano

es la entrega de sí.

 

Tocan tiempos de soltar con audacia.

Tocan tiempos de confiar con fe de alta calidad.

Tocan tiempos de entrega para aportar lo que falta.

 

Tocan tiempos de optar a fondo perdido

Tocan tiempos de arriesgar según la ciencia de la cruz.

Tocan tiempos de acrisolar nuestra fe,

nuestra esperanza,

nuestra caridad.

 

Señor Jesús.

Que tu cruz

sea nuestra luz.

 

carmeloampelio@gmail.com

 


miércoles, 6 de marzo de 2024

49.- CICLO B. CUARESMA 4. 10.03.2024

EL QUE OBRA LA VERDAD SE ACERCA A LA LUZ.

 

Cristo Jesús,

vivo en ciudades extrañas,

ruidosas

obsesionadas,

como si huyeran disfrazándose

entre alcohol y coches de alta gama.

 

Cristo Jesús,

vivo en tiempos extraños,

entre gentes

con desolados paisajes interiores:

sus rostros son rostros disecados,

sus manos son salas de espera sin esperanza,

sus miradas arrugadas rezuman desolación.

 

Vivo tiempos de éticas para náufragos.

Vivo tiempos de sequía ruidosa.

Vivo tiempos de desiertos llenos de lagartos enfermos.

 

Vivo tiempos como si viajara

a bordo de un barco enloquecido.

¿Quién va orientado?

¿Quién sabe bien lo que hace?

¿Quién va sobrio

y no se miente a sí mismo?

 

Me cansa tanto y tanto slogan vacío.

Me cansa tanta epidemia de soledad.

Me cansa tantos y tantos arañazos en el corazón.

 

Cristo Jesús,

¿Dónde las soluciones?

¿Dónde los profetas?

¿Dónde los caminos

con caminantes fraternales?

 

Cristo Jesús,

¿Acaso una obra de la luz

sea dejar atrás los escombros

y construir,

con algunos restos

y mucha confianza

nuevos navíos,

nuevas relaciones,

nuevas esperanzas?

 

Cristo Jesús,

¿Dónde los que se acercan a la luz?

 

Todo el amor humano,

todo el amor divino

me tiembla en el costado.

 

carmeloampelio@gmail.com


miércoles, 28 de febrero de 2024

48.- CICLO B. CUARESMA 3. 02.03.2024

 

 

SEÑOR JESÚS, HUYO DE MÍ.

 

Señor Jesús, fuerza y sabiduría de Dios,

sabes lo que hay en el corazón de cada ser humano,

sabes lo que hay en mi corazón…

sabes lo que de verdad me pasa por dentro muchas veces:

huyo de mí,

huyo de mis huidas,

huyo de mis mentiras

ante mí mismo,

ante los demás,

ante Ti.

 

Señor Jesús, bondad y mirada de Dios,

sabes lo que le conviene a cada ser humano,

sabes lo que me conviene de verdad,

sabes mis debilidades y mis miedos…

Sé que quieres que un templo sea un templo santo y silencioso.

Sé que quieres que una ofrenda sea una ofrenda auténtica y que brote del corazón

Sé que quieres que los cristianos estemos al servido del Reino de la Vida

cuidando toda vida

en todo momento,

con lo mejor de nosotros mismos.

 

Señor Jesús, misericordia y salvación de Dios,

sabes de lo mejor y de lo peor de la humanidad,

sabes de las sombras y de las luces del corazón de todos y cada uno de nosotros,

sabes de los miedos y las confianzas en las que habitamos día a día…

Sé que me distraigo de lo esencial: Tú y tu salvación.

Sé que me alejo de lo esencial: Tú y tu verdad.

Sé que me alejo de lo esencial: Tú y tu presencia de salvación.

 

Señor Jesús, intensidad de presencia de Dios.

Señor Jesús, potencia del amor de Dios.

Señor Jesús, el Enmanuel por los siglos de los siglos.

¡Señor Jesús, a ti me acerco,

como un prófugo sediento de redención,

como un desertor sediento de paz,

como un huido sediento de lo santo!

 

Señor Jesús,

dame más luz en mi vida.

Señor Jesús,

dame más santidad en mi vida.

Señor Jesús,

dame más paz en mi vida…

contigo,

junto a ti,

en ti.

 

carmeloampelio@gmail.com

 


 

 

carmeloampelio@gmail.com

 


jueves, 22 de febrero de 2024

47.- CICLO B. CUARESMA 2. 25.02.2024

 

SEÑOR JESÚS, NOS LLAMAS A LA MONTAÑA

 

Señor Jesús,

nos llamas a la montaña,

al lugar de la revelación,

al lugar de la presencia transformadora de lo santo,

al lugar del despertar radiante de lo mejor que hay en nosotros:

las semillas de la divinidad.

 

Señor Jesús,

no sabemos bien cómo,

pero intuimos claramente en nuestra conciencia

que lo mejor que nos puede pasar es secundar esa llamada,

ese regalo tan anhelado,

ese reto que sabemos que nos va a mejorar la vida,

a pesar de los desiertos,

las nieblas,

los miedos que nos arañan las entrañas.

 

Señor Jesús,

no sabemos bien cómo,

pero intuimos con toda claridad,

con toda confianza,

con toda lucidez

que nuestras contradicciones

se disuelven

contigo,

por Ti,

en Ti.

 

Señor Jesús,

nos llamas a la montaña,

nos llamas a una relación,

a la relación por excelencia,

a la relación que da sentido, significado y sensibilidad

a nuestra biografía tan humana,

tan vulnerable,

tan contradictoria.

 

Señor Jesús,

nos llamas a contemplar la santidad

que habita en Ti y que habita en nosotros,

nos llamas a compartir

lo mejor que somos y tenemos

gracias a tantos y tantos dones

de tantas y tantas personas.

 

Señor Jesús,

nos llamas a experimentar el nacimiento nuevo

que proviene de tu presencia en nosotros,

nos llamas a expresar la salvación

que nos concedes con las mejores potencialidades

que tenemos en nuestra inteligencia,

en nuestra libertad

y nuestro amor

para congregar a todos en la unidad de las unidades,

la unidad de los hijos de Dios,

en la unidad de la fraternidad

por encima de triviales diferencias tribales.

 

Señor Jesús: nos llamas,

a cada uno,

por nuestro nombre.

Directamente.

Con poder y con infinita ternura.

Con poder y con infinita paciencia.

Con poder y con infinito deseo de comunión.

 

Señor, Jesús,

no sé si soy tan valiente

para responder a la altura de lo que regalas.

No sé si soy capaz de vivir

diariamente como nos propones.

No sé si me siento dispuesto a abrir mi corazón

para que entre tu presencia,

tu divinidad,

tu luz

y me transforme

en testigo de la luz definitiva

que eres Tú.

No sé si soy capaz de mostrarme

tal cual soy y estoy, ante ti,

Dios de Dios, Luz de luz

para que me regeneres, me conviertas, me salves.

 

Señor Jesús,

quisiera tirar a la basura

tanta y tanta costra acumulada

por mi avidez, mi codicia y mi ceguera.

¡Ayúdame, Señor de la pureza de corazón!

 

Señor Jesús,

quisiera derribar las chabolas de mi comodidad,

tan ávidos de baratijas, de payaseos, de simulacros.

¡Ayúdame, Señor de la autenticidad humana!

 

Señor Jesús,

quisiera silenciarme,

quisiera aquietarme,

quisiera simplemente ser…

estar amándote.

¡Ayúdame, Señor del amor sobre todo amor!

 

Señor Jesús,

sé que te acercas

a los caídos.

No sé si quiero abajarme…

 

Señor Jesús,

derríbame,

desmoróname,

desmenúzame.

 

¡Sé que me levantarás

para vivir a la altura

de la dignidad

a la que nos llamas,

la dignidad de los Hijos de Dios,

hermanos de todos los hombres,

cuidadores de la vida,

de toda vida!

 

¡Señor Jesús,

Señor de las paradojas salvadoras,

Señor de las palabras deslumbrantes,

Señor de la Presencia sobrecogedora y fascinante!

 

carmeloampelio@gmail.com