Señor
Jesús, nos preguntas que por qué dudamos.
Señor Jesús, nos preguntas
que por qué dudamos.
Somos demasiado
humanos… nuestros miedos, tan hondos, nos pesan día a día.
¿Quién nos enseña a
confiar en nosotros y en la realidad?
¿Cuándo tendremos paz
y serenidad que duren y nos sosieguen?
Señor, arráiganos en
la fe, arráiganos en ti, Hijo de Dios.
Señor Jesús, nos
preguntas que por qué dudamos.
Nuestros cuerpos envejecen
inexorablemente… nos que da poco para el examen final pero no sabemos la fecha …
y nos asusta el contenido.
¿Quién nos enseña a
confiar en la sabiduría que habita en la entraña de la vida?
¿Cuándo tendremos la
certeza de que hemos entrado en el camino de la vida nueva y vida en
abundancia?
Señor, arráiganos en
el confianza, arráiganos en ti, Hijo de Dios.
Señor Jesús, nos
preguntas que por qué dudamos.
Nuestros instintos siguen
siendo lo que son, fuentes de energías que parecieran ir por libre, desasosegando
nuestro cotidiano convivir.
¿Quién nos enseña a
reconocer la bondad de todo lo que existe?
¿Cuándo tendremos una
mirada contemplativa sobre las energías que nos impelen?
Señor,
arráiganos en la paz, arráiganos en ti, Hijo de Dios.
Nuestras emociones nos
dominan mucho más de lo que quisiéramos… nos sentimos como corchos en medio de
un puerto caótico.
¿Quién
nos enseña a nombrar las inmensas posibilidades que emergen de nuestro
interior?
¿Cuándo tendremos una mirada compasiva sobre
nuestros impulsos internos?
Señor,
arráiganos en la calma, arráiganos en ti, Hijo de Dios.
Señor Jesús, nos
preguntas que por qué dudamos.
Nuestras dispersiones siguen
fragmentándonos… más y más, día a día… propaganda, pantallas, parloteos
banales, cotilleos zafios…
¿Quién
nos enseña a saber disfrutar del silencio exterior e interior?
¿Cuándo tendremos unificación de vida en
medio del normal caos cotidiano que vivimos?
Señor, arráiganos en
la comunión, en la unidad, en lo esencial… arráiganos en ti, Hijo de Dios.
Señor Jesús, nos
preguntas que por qué dudamos.
Nuestra avidez nos
devora, nos domina, nos esclaviza.
¿Quién nos enseña a
vivir con austeridad y templanza?
¿Cuándo tendremos un
corazón pobre en un estilo de vida sencillo?
Señor, arráiganos en
la mansedumbre,
en la ecuanimidad,
en la armonía…
arráiganos en ti,
Hijo de Dios.
¡Señor Jesús, que
nuestro corazón se recoja en el tuyo!
¡Señor Jesús, que nuestro
corazón se autentifique en el tuyo!
¡Señor Jesús, que
nuestro corazón sane en el tuyo!
carmeloampelio@gmail.com