miércoles, 28 de agosto de 2024

74.- CICLO B. DOMINGO 22 DEL TIEMPO ORDINARIO. 01.09.2024

LÍBRANOS

Líbranos, Señor, de la avidez constante que nos impide vivir centrados en el Reino.
Haznos austeros, ligeros, sobrios…
Haznos testigos de la simplicidad evangélica.

Líbranos, Señor, de nuestras obsesiones, de nuestros prejuicios, de nuestros sesgos.
Haznos puros de corazón, puros de mirada y de intención…
Haznos testigos de la verdad de tu evangelio, de tu verdad.

Líbranos, Señor, de la idolatría de la seguridad.
Haznos personas que se dejan sorprender por la realidad, tan rica, tan fascinante, tan novedosa…
Haznos testigos de los signos de tu Reino que avanza en todos los niveles de la realidad.

Líbranos, Señor, de creer que por opinar llevamos razón.
Haznos abiertos de mente, sabios discretos que saben captar lo mejor de cada persona…
Haznos testigos de la vida nueva que se expande en la historia de la humanidad.

Líbranos, Señor, de querer controlar lo que pasa a nuestro alrededor.
Haznos abiertos a la cooperación, buenos compañero de equipo, servidores de lo que necesiten los demás…
Haznos testigos de la honda vinculación espiritual de todos los seres humanos.

Líbranos, Señor, de creernos mejores que los demás.
Haznos personas que se conocen realmente bien y con honestidad.
Haznos testigos de la fragilidad humana sanada, redimida, reforzada por tu presencia constante en lo más interior de cada ser humano.

Líbranos, Señor, de juzgar lo que vemos a nuestro alrededor.
Haznos empáticos, misericordiosos, compasivos.
Haznos testigos de la gran experiencia de que quien anda en amor ni cansa ni se cansa.

Líbranos, Señor, del ansia de poder.
Haznos humildes de verdad, sembradores de confianza, defensores de la igualdad de todos los seres humanos.
Haznos testigos de la nueva humanidad inaugurada con tu poder santo.

Líbranos, Señor, del perfeccionismo.
Haznos artesanos de la vida y de las relaciones diarias con los demás. 
Haznos testigos del poder de santidad de lo sencillo, de lo cotidiano, de lo pequeño.

Líbranos, Señor, de la tendencia a la posesividad de las personas a las que decimos amar.
Haznos amigos, compañeros, hermanos. 
Haznos testigos del nuevo amor inteligente y libre que siembra semillas de tu Reino. 

Líbranos, Señor, de creernos más listos de lo que de verdad somos.
Haznos personas con mente de principiante, mente de aprendiz constante, mente de explorador en busca nuevas y mejores formas de decir y de vivir la verdad, tu verdad.
Haznos testigos de la gran posibilidad de conversión que todos tenemos al acercarnos a tu amor, a tu amor sobre todo amor.

Líbranos, Señor, de manipular a los demás.
Haznos sencillos, transparentes, bondadosos.
Haznos testigos de que todos somos capaces de pureza de corazón en la vida que vivimos. 

Líbranos, Señor, de las críticas demoledoras.
Haznos creativos en el bien, cuidadores del buen ambiente a todos los niveles, creadores de confianza cotidiana.
Haznos testigos de que son posibles nuevas relaciones, nuevas instituciones sociales, nuevas sociedades y culturas donde los seres humamos podamos vivir con seguridad y en paz.

Líbranos, Señor, de los sentimientos de recelo, de resentimiento o de venganza.
Haznos seres humanos que saben perdonar de verdad, que saben dar nuevas oportunidades, que saben que el perdón libera y nos ayuda a crecer como seres humanos.
Haznos testigos del amor de Dios que es más hondo, más fuerte y más intenso que cualquier sombra humana.

Líbranos, Señor, de nuestras manías, de nuestras cegueras, de nuestras distorsiones.
Haznos gentes de limpia mirada, de limpia intención, de limpia presencia.
Haznos testigos de la nueva inocencia que irradia calidad de vida humanizada y humanizante.

Líbranos, Señor, del pesimismo.
Haznos personas de esperanza, de optimismo, de luz a pesar de los pesares.
Haznos testigos del poder de tu presencia que anuncia que lo mejor está por llegar. 

Líbranos, Señor, de los miedos irracionales.
Haznos personas sensatas, realistas, seguras de sí mismas como seres de fe, de bondad  y de inteligencia.
Haznos testigos de la fascinante y misteriosa verdad que se enraíza en ti de que todo tiene un propósito de amor. 

Líbranos, Señor, de nuestros arrebatos de ira.
Haznos mansos, pacíficos, pacientes.
Haznos testigos de que todos y cada uno de los seres humanos podemos superar lo dañino con la elevación hacia el bien.

Líbranos, Señor, de nuestras tristezas sin fundamento.
Haznos seres que se dejan purificar, se dejan mejorar, se dejan cuidar.
Haznos testigos de que nuestra debilidad tu amor y tu presencia nos hacen fuertes.

Líbranos, Señor, de nuestra constante necesidad de aprobación ajena.
Haznos seres muy conscientes que somos capaces de vivir sin que nada ni nadie pueda alterar la paz de corazón.
Haznos testigos de que sólo con tu mirada amorosa nos basta para caminar con seguridad en la vida.

Líbranos, Señor, de no creer que todo tiene un sentido de amor desde la sensibilidad de tu Reino. 
Líbranos, Señor, de creer que el azar juega en nuestra contra.
Líbranos, Señor, de no creer que estamos llamados y capacitados para la comunión.
Líbranos, Señor, de creer que somos seres solitarios y arrojados en la realidad.
Líbranos, Señor, de no creer que la verdad enraizada en ti nos hace libres.
Líbranos, Señor, de creer que somos muy autosuficientes a la hora de vivir.
Líbranos, Señor, de nuestras necedades.
Líbranos, Señor, de nuestras ingratitudes.
Líbranos, Señor, de nuestro egocentrismo.

Haznos, Señor, hombres y mujeres que irradian confianza en la vida.
Haznos, Señor, hombres y mujeres de fe honda, auténtica, humanizante.
Haznos, Señor, hombres y mujeres que irradian esperanza en la vida
Haznos, Señor, hombres y mujeres de alegría vibrante, entusiasmada, serena.
Haznos, Señor, hombres y mujeres que irradian amor a la vida.
Haznos, Señor, Señor, hombres y mujeres que cuidan la vida, toda la vida, en todo lugar.
Haznos Señor, hombres y mujeres de santidad y justicia
al servicio de la humanidad allí donde nos encontremos. 

Amén. Aleluya.


martes, 20 de agosto de 2024

73.- CICLO B. DOMINGO 21 DEL TIEMPO ORDINARIO. 25.08.2024

 

Tú, Presencia como el aceite en una comida sabrosa.

Tú, Presencia como el agua que calma la sed de nuestro corazón.

Tú, Presencia como el alimento inacabable.

Tú, Presencia como el amor sobre todo amor.

Tú, Presencia como el ancla en nuestras tormentas.

Tú, Presencia como el artesano de lo mejor que nos puede pasar.

Tú, Presencia como el bálsamo suave para nuestras heridas.

Tú, Presencia como el brío de toda maduración de las mejores capacidades humanas.

Tú, Presencia como el desencadenante de todos los deseos de cuidar la vida, toda vida, en todo lugar.

Tú, Presencia como el destello que nos hace comprender lo importante de la realidad.

Tú, Presencia como el fermento en nuestra masa.

Tú, Presencia como el fuego que arde en el corazón de todo ser humano.

Tú, Presencia como el fulgor en nuestro más íntimo interior.

Tú, Presencia como el fundamento ante la dureza de la vida.

Tú, Presencia como el horizonte de confianza.

Tú, Presencia como el hoy de Dios.

Tú, Presencia como el impulso de toda buena acción.

Tú, Presencia como el misterio insondable de nuestra contemplación.

Tú, Presencia como el olor del pan recién hecho en casa.

Tú, Presencia como el perdón sobre todo perdón.

Tú, Presencia como el poder de lo real

Tú, Presencia como el que limpia nuestro corazón.

Tú, Presencia como el que nos cuida por amor, por amar.

Tú, Presencia como el que nos enseña a mirar con Dios mira a los seres humanos.

Tú, Presencia como el rocío en los feraces campos de cultivo.

Tú, Presencia como el sabor de la comida de nuestra infancia.

Tú, Presencia como el viento de las marismas.

Tú, Presencia como el vigor de todas las energías del universo.

Tú, Presencia como la brisa del atardecer que nos llena de esperanza.

Tú, Presencia como la caricia de una madre.

Tú, Presencia como la chispa de lo divino en toda experiencia de la belleza.

Tú, Presencia como la clave de la paz en la convivencia humana.

Tú, Presencia como la compañía infalible en nuestra humanidad.

Tú, Presencia como la esencia de la armonía de la comunión de mentes y corazones.

Tú, Presencia como la estrella polar en nuestros desiertos.

Tú, Presencia como la fuente de toda la belleza de la vida.

Tú, Presencia como la fuerza de nuestros compromisos.

Tú, Presencia como la garantía de todo bien.

Tú, Presencia como la gracia de toda la gracia.

Tú, Presencia como la intuición que hace visible lo mejor de la humanidad.

Tú, Presencia como la luz del amanecer para las aves del campo.

Tú, Presencia como la palabra de aliento permanente.

Tú, Presencia como la raíz de lo mejor de cada uno.

Tú, Presencia como la sal de nuestra vida cotidiana.

Tú, Presencia como la salvación más allá de cualquier intuición humana.

Tú, Presencia como la savia en los árboles de toda especie.

Tú, Presencia como la serenidad en nuestros desconciertos.

Tú, Presencia como la sonoridad de los silencios creyentes.

Tú, Presencia como la ternura frente a la amargura de la existencia.

Tú, Presencia como la vitalidad de toda vida.

Tú, Presencia como las semillas de vida frente al nihilismo.

Tú, Presencia como lo más humano de nuestra humanidad.

Tú, Presencia como lo más real de la realidad.

Tú, Presencia como solo sabe estar Dios entre los hombres.

Tú, Presencia donde estamos implantados.

Tú, Presencia donde somos, nos movemos y existimos.


carmeloampelio@gmail.com 

 

miércoles, 14 de agosto de 2024

72.- CICLO B. DOMINGO 20 DEL TIEMPO ORDINARIO. 18.08.2024


 

PALABRAS DE VIDA ETERNA

 

 

Entre nuestros naufragios biográficos,

Tú, la Palabra de la vida eterna.

Aunque, aún, muchas veces sea de noche y tengamos frío.

 

Ante la disolución en el nihilismo,

Tú, la Palabra que fundamenta y da esperanza.

Aunque, aún, muchas veces pareciera que vivamos desvertebrados.

 

Entre las nieblas heladas de la soledad,

Tú, la Palabra de la comunión de vida.

Aunque, aún, muchas veces nos sintamos solos, muy solos.

 

Ante el absurdo que endurece la mirada,

Tú, la Palabra luz de luz.

Aunque, aún, muchas veces las palabras de los que nos decimos creyentes nos desconcierten.

 

Entre tanto miedos de cuerpo y alma,

Tú, la Palabra que acoge con infinita ternura.

Aunque, aún, muchas veces nos sintamos perdidos en el desconcierto ruidoso que vivimos.

 

Ante la irracionalidad que busca manipularnos,

Tú, la Palabra que nos indica el camino de la cordura y las certezas.

Aunque, aún, muchas veces nos dominen los diablos de las incoherencias.

 

Entre las soledades del fracaso vital,

Tú, la Palabra de la presencia que salva al final de los finales.

Aunque, aún, muchas veces nos sentimos especialmente vulnerables.

 

Ante el endurecimiento del alma,

Tú, la Palabra que nos anuncia la ternura sin fin.

Aunque, aún, muchas veces no sabemos ni amar ni dejarnos amar.

 

Entre tanto y tanto ruidos de malogrados,

Tú, la Palabra que nos rescata de este áspero mundo.

Aunque, aún, muchas veces nos duele demasiado vivir los tiempos que nos tocan.

 

Ante tanta insensibilidad,

Tú, la Palabra que es el amor primero y último.

Aunque, aún, muchas veces apartamos la mirada ante las necesidades de los que tenemos cerca.

 

Entre la selva de narcisismos,

Tú, la Palabra que nos enraíza en la autenticidad.

Aunque, aún, muchas veces nos disfrazamos en el circo de las vanidades que nos circunda.

 

Ante tanto sinsentido,

Tú, la Palabra que nos indica el norte.

 

Entre el cansancio cotidiano,

Tú, la Palabra que nos descansa.

 

Ante las patrañas omnipresentes,

Tú, la Palabra que nos reviste de verdad.

 

Entre las quiebras del lenguaje,

Tú, la Palabra auténtica.

 

Entre la aceleración desquiciada,

Tú, la Palabra que nos centra en lo esencial,

 

Entre tanta avidez insaciable,

Tú, la Palabra que nos alimenta para siempre.

 

Entre el caos de la afectividad,

Tú, la Palabra que nos ama tal cual somos.

 

Ante tantas paparruchas,

ante tanta relación tóxica,

ante tanta mentira rampante,

ante tanta ambición sin escrúpulos,

ante tanto “sálvese quien pueda”,

ante tanta codicia normalizada,

ante tanta falsificación,

ante tanta injusticia…

 

Tú, Señor Jesús,

la Palabra que nos acompaña,

la Palabra que nos orienta,

la Palabra que nos humaniza,

la Palabra que nos diviniza.

 

Amén. Aleluya.

 

 

carmeloampelio@gmail.com 


71.- CICLO B. DOMINGO 19 DEL TIEMPO ORDINARIO. 11.08.2024

   

SED BUENOS


Señor Jesús, quisiéramos ser constructores de tu reino.

Que hablemos bien de los demás.

Que reaccionemos con creatividad e inteligencia ante la negatividad.

Que colaboremos con el bien que nos encontremos.

Que seamos síntoma de la vida nueva que ya ha empezado.

 

Señor Jesús, quisiéramos ser sembradores de tu vida.

Que tengamos pureza de mirada.

Que seamos persistentes en la alegría que nace de la confianza.

Que cuidemos la armonía en todos los ámbitos de nuestra vida.

Que seamos un indicio de tu reino que ya ha comenzado.

 

Señor Jesús, quisiéramos ser hombres y mujeres para los demás.

Que nuestro propósito en la vida sea la santidad y a justicia.

Que la amabilidad sea una constante en nuestras presencias entre los demás.

Que seamos personas que están abiertas y escuchan al que tengamos delante.

Que hablemos como un signo de eficaz de tu presencia en el mundo.

 

Señor Jesús, quisiéramos ser personas que generan paz y serenidad habitualmente.

Que mostremos gratitud constantemente.

Que nos mostremos humildes en el éxito y el fracaso.

Que mostremos desapego real frente a tanta y tanta avidez en el tener, en el aparentar.

Que seamos una expresión de lo mejor de la humanidad.

 

Señor, no dejes que el mundo nos endurezca.

Señor, no dejes que el dolor nos haga odiar.

Señor, no dejes que la amargura nos robe la dulzura.

 

Señor, que a pesar de los pesares

nos comportemos como hijas e hijos de Dios

porque creemos que este mundo es un lugar hermoso.

 

Amén.

Aleluya.

 

 

 

carmeloampelio@gmail.com  

70.- CICLO B. DOMINGO 18 DEL TIEMPO ORDINARIO. 04.08.2024

… NO TENDRÁ SED JAMÁS

 

Señor Jesús, Tú eres la presencia de la Vida,

el fundamento de nuestra existir,

la garantía, misteriosa, de que la muerte material

es palabra penúltima a pesar de los pesares.

 

Señor Jesús, Tú eres la presencia del don de la Vida

que nos confirma que ni la decadencia

ni la destrucción

definen nuestras breves biografías humanas,

a veces demasiado humanas,

a veces demasiado rotas,

a veces demasiado acortadas.

 

Señor Jesús, Tú eres la presencia

del misterio de la Vida

en nuestro caminar,

en nuestro transcurrir,

en nuestro convivir

con tantos huecos de soledad,

con tantas preguntas que nos dañan

y no sabemos responder,

con tanta sed que no encuentra alfaguara

en las extrañas ciudades

que nos toca soportar.

 

Señor Jesús.

Ante la pérdida inesperada,

Tú, presencia que consuela.

Ante la inseguridad de lo desconocido,

Tú, presencia que regala esperanza.

Ante el dolor y la impotencia,

Tú, presencia fuerte que nos sostiene.

Ante la oscuridad y el no saber,

Tú, fuente de luz suficiente que nos puede iluminar.

Ante la labilidad de nuestra condición,

Tú, energía de fondo que recrea y enamora.

Ante las inevitables heridas mortales,

Tú, fuente constante de serenidad primera y última.

Ante el miedo que nos congela los huesos,

Tú, el resucitado nos convocas al Reino de la Vida.

 

Sí, Señor, creemos que Tú eres el Cristo.

Creemos que eres la Resurrección y la Vida,

a pesar de las amputaciones que nos arrugan

el rostro,

las ganas de vivir

y el corazón.

 

Porque, al fin,

en la raíz,

en lo hondo,

en el silencio de los silencios

Tú, amor sobre todo amor.

Tú, luz desde dentro,

desde lo mejor fascinante de nosotros.

Tú, Vida sobre toda vida.

Tú, lumbre

que fundes tu fuego con nuestro fuego.

 

Señor Jesús

envíanos tu Espíritu

para que sigamos confiando en la realidad,

en ti,

en la vida,

siempre.

Aunque la sombra de la muerte

nos arañe, infectándonos,

paralizándonos,

mutilándonos.

 

Señor Jesús.

tenemos fe.

Pero aún sufrimos.

¡Auméntanos la fe!

¡Auméntanos la confianza!

¡Auméntanos lo mejor que hay en nosotros,

tu presencia que nos hace vivir,

tu presencia que nos humaniza,

tu presencia, Señor Jesús, que nos santifica!

 

Tú, Señor Jesús, que tuviste

tanta sed como nosotros.

Tú, Señor Jesús, que tuviste

tanto miedo como nosotros.

Tú, Señor Jesús, que rezaste

como pudiste.

Como nosotros.

Hoy.

En estos extraños tiempos

por los que nos toca transcurrir.

 

carmeloampelio@gmail.com