sábado, 25 de octubre de 2025

135.- 26.10.2025. TIEMPO ORDINARIO 30. CICLO C

OH DIOS, TEN COMPASIÓN DE ESTE PECADOR.

 

Amor eterno, perdona la ceguera de mi corazón.

Amor que no pasa, rescátame de mi egoísmo.

Clama mi sombra por tu luz, Señor.

Cristo, compadécete de mi fragilidad.

Cristo, luz del mundo, ilumina mi oscuridad.

Cristo, médico del alma, sana mis heridas.

Cristo, sálvame, ahora y siempre.

Dios bondad, que no eres juez que castiga, sino el amor que purifica.

Dios bueno, perdona mis desvaríos y renuévame.

Dios bueno, que no desprecia un corazón que desea descanso.

Dios clemente, acoge mi deseo de paz.

Dios de amor, perdona mis insensateces.

Dios de bondad, crea en mí un corazón puro.

Dios de clemencia, restáurame en tu amistad.

Dios de la salvación, en la conciencia de mi límite descubro la necesidad de tu amor.

Dios de la vida, que mi arrepentimiento sincero sea el inicio de la luz interior.

Dios de silencio, escucha mi grito escondido.

Dios de ternura, transforma mi dureza de corazón en humildad.

Dios de toda vida, rescátame de la ceguera del ego.

Dios fiel, vuelve a mí tu rostro y dame tu perdón.

Dios mío, acoge mi imperfección como oportunidad de tu compasión.

Dios mío, perdóname.

Dios padre y madre no se cansa nunca de perdonar.

Dios siempre propicio, escucha mi voz.

Fuente de toda bondad, acoge mi miseria.

Fuente de vida, disuelve mi sombra en tu claridad.

Jesús, confío en Ti.

Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí.

Jesús, misericordia y misericordia.

Luz divina, disipa las sombras de mi vida.

Luz que no se apaga, enciende en mí la llama del perdón.

Mar de misericordia, acógeme.

Misericordia infinita, abrázame en tu perdón.

Misericordia, Señor, ahora y siempre, sin descanso.

Misericordioso Dios, sostén mi corazón quebrantado.

Oh Dios que nada me, que nada me espante; que sólo me vestes Tú

Oh Dios, confío en tu gracia vitalizante.

Oh Dios, mi esperanza, limpia mi alma de todo sufrimiento.

Oh Dios, que tu gracia se pose sobre mi herida reconocida.

Oh Dios, ten compasión de este pecador.

Oh, Dios, recréame.

Padre compasivo, acoge a tu hijo arrepentido.

Padre de misericordia, no apartes tu rostro de mí.

Padre me abandono a tu misericordia.

Padre, conviérteme y renueva en mí tu Espíritu.

Padre, enséñame la humildad del publicano.

Padre, levántame una y otra vez.

Padre, me abandono en tus manos.

Padre, reconozco mi finitud ante tu infinitud oceánica de amor.

Presencia infinita, acógeme en tu misericordia.

Sálvame, Señor, que perezco.

Señor de la paciencia, soporta mi pobreza interior.

Señor de mi vida, ábreme paso hacia ti.

Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, pecador.

Señor mío, me reconozco débil: ten compasión de mí.

Señor, acepto mi condición de ser herido.

Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.

Señor, ante ti que mi corazón comprenda tu misericordia.

Señor, dame la gracia de la conversión continua.

Señor, en tu bondad confío: líbrame de la ceguera que  me habita.

Señor, hazme digno de tu compasión y de tu paz.

Señor, hazme nuevo día a día.

Señor, mira mi pobreza y cúbrela con tu gracia.

Señor, mírame con ojos de bondad.

Señor, muéstrame tu misericordia.

Señor, no me trates según mis necedades.

Señor, no soy digno de que entres en mi casa.

Señor, purifica mi corazón de todo mal.

Señor, sana mi corazón herido por la soberbia.

Señor, si quieres, puedes regenerarme.

Señor, sólo tu amor puede redimirme.

Señor, ten piedad de mí, porque soy débil.

Señor, transforma mi arrogancia en humildad.

Señor, vuelve a mí tu mirada y renueva mi ser.

Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé.

Ten piedad de mí, oh Dios, según tu misericordia.

Ten piedad de mí, Señor, según tu gran ternura.

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad….


carmeloampelio@gmail.com




domingo, 19 de octubre de 2025

134.- 19.10.2025. TIEMPO ORDINARIO 29. CICLO C

 BIENAVENTURADOS LOS QUE VERTEBRAN SU VIDA CON LA FE.

 

Bienaventurados los que actúan con diligencia en la ayuda a los demás.

Bienaventurados los que actúan con la fuerza de la intuición cristiana.

Bienaventurados los que ayudan al hermano reforzando la fraternidad.

Bienaventurados los que ayudan sin hacer ruido

Bienaventurados los que convierten el Evangelio en gestos sencillos y cotidianos.

Bienaventurados los que convierten la fe en servicio al bien concreto de los que les rodean.

Bienaventurados los que convierten su tiempo en don ofrecido por amor, por amar.

Bienaventurados los que cumplen con alegría el mandato del amor universal.

Bienaventurados los que defienden al débil con palabras y obras.

Bienaventurados los que descubren en cada prójimo un sacramento de la presencia de Dios.

Bienaventurados los que escuchan al Espíritu y no a las ocurrencias de las modas.

Bienaventurados los que escuchan al Evangelio por encima de sus propias ideas, posiblemente tan egocéntricas.

Bienaventurados los que escuchan la Palabra con el corazón abierto a la esperanza.

Bienaventurados los que escuchan la Palabra en la desesperanza.

Bienaventurados los que escuchan más al Evangelio que a la necia propaganda ideológica.

Bienaventurados los que escuchan y arriesgan al explorar novedades que humanizan.

Bienaventurados los que hacen de su fe una ética que humaniza en estos tiempos sombríos.

Bienaventurados los que hacen obras de misericordia desde lo mejor de su inteligencia y su amor.

Bienaventurados los que muestran su fe con empatía, con simpatía, con benevolencia.

Bienaventurados los que no convierten la fe en sistemas de ideas humanas, demasiado humanas.

Bienaventurados los que no se cansan de tender la mano a pesar de los pesares.

Bienaventurados los que obedecen la voz interior que manda perdonar siempre.

Bienaventurados los que oyen “no temas” en la mar encrespada de la vida.

Bienaventurados los que oyen lo esencial del amor de Dios en la vida normal diaria.

Bienaventurados los que saben que cada hoy es una posibilidad del kairós de la compasión de Dios.

Bienaventurados los que siguen su fe cuando tanto y tanto invita a lo contrario.

Bienaventurados los que sostienen al cansado con su sola presencia.

Bienaventurados los que transforman la diligencia en alegría y en esperanza compartida.

Bienaventurados los que transforman la fe en compromiso social duradero.

Bienaventurados los que transparentan el amor trinitario con su amor a fondo perdido.

Bienaventurados los que unen eficiencia y caridad, inteligencia y compasión, trabajo y ternura.

Bienaventurados los que vertebran su vida con la fe.



carmeloampelio@gmail.com

sábado, 11 de octubre de 2025

133.- 12.10.2025. TIEMPO ORDINARIO 28. CICLO C

 Tu fe te ha salvado. 


Bienaventurados los que viven claramente día a día que el ser humano, todo ser humano, es imagen de Dios. Bienaventurados lo que maduran su fe en la noche, cuando todo parece ausente, porque reconocen que el silencio de Dios no es su ausencia, sino su pedagogía hacia la plenitud.

Bienaventurados lo que viven la comunión frente al individualismo porque son signos de la comunión a la que estamos llamados.

Bienaventurados los de amor concreto, los de compasión activa, los de justicia misericordiosa porque son de los que siembran semillas de vida nueva en estos tiempos extraños que vivimos. 

Bienaventurados los de constancia humilde porque convierten lo ordinario en lugar de gracia.

Bienaventurados los de fe auténtica que no rehúye el sufrimiento, porque transfiguran ese dolor en camino de purificación y en ofrenda silenciosa.

Bienaventurados los que buscan comprender su fe, porque su inteligencia será iluminada por el Espíritu de Verdad.

Bienaventurados los que buscan con sinceridad, aunque todavía no crean, porque su búsqueda es ya un movimiento del Espíritu hacia la Verdad.

Bienaventurados los que buscan entender interrogando desde la fe porque crecerán en sabiduría y se adentran un poco en los misterios de la vida de Dios.

Bienaventurados los que buscan luz frente a la confusión, porque son seres humanos que mejoran el mundo.

Bienaventurados los que caminan desde una intensa confianza, no desde el cálculo porque es un peregrino camino de Dios.

Bienaventurados los que confían en Dios en medio de la oscuridad, porque la noche de su alma será aurora de resurrección.

Bienaventurados los que creen a fondo pedido, porque su corazón es morada de la Presencia Invisible y su esperanza sostiene al mundo.

Bienaventurados los que creen en la bondad del mundo, porque colaboran con Dios en su creación y redención.

Bienaventurados los que creen y comprenden el amor de Dios, porque son dos movimientos de un mismo amor que acabarán en la verdad de toda verdad. 

Bienaventurados los que dudan con humildad y perseveran creyendo, porque su fe será más fuerte que la de quienes nunca se preguntaron.

Bienaventurados los que en la noche su fe vuelve amor desnudo porque alcanzará la plenitud de la confianza sin fin. 

Bienaventurados los que escuchan a Cristo, los que meditan su sabiduría y dan fruto cotidiano de paz y bien, porque son auténtica palabra encarnada.

Bienaventurados los que esperan creyendo, porque sabrán reconocer en la historia los signos del Reino que viene.

Bienaventurados los que guardan la Palabra en el corazón, porque en ellos germina el Reino.

Bienaventurados los que hacen de la fe una fuente de paz, porque reconciliarán lo que el miedo separa y sembrarán confianza donde hay sospecha.

Bienaventurados los que hacen de su fe una lámpara encendida, porque iluminarán el camino de los que dudan y no perderán el rumbo en la noche.

Bienaventurados los que los que exploran en penumbra, porque tienen sed de la Luz que precede y sostiene, incluso cuando aún no ha despuntado el día.

Bienaventurados los que maduran la fe bajo la presión del sufrimiento, porque no creen por recompensa sino por amor.

Bienaventurados los que mantienen la fe en medio de la incredulidad del mundo, porque serán roca firme en la tempestad de los tiempos.

Bienaventurados los que perseveran en la prueba, porque su fe, acrisolada como el oro, será su corona de gloria.

Bienaventurados los que practican la justicia frente a la indiferencia, porque cuidarán la vida allá por donde pasen. 

Bienaventurados los que renuevan cada día su fe en medio de la rutina, porque en su fidelidad cotidiana florece la santidad escondida.

Bienaventurados los que se abren a que la Palabra fecunde el corazón porque transformarán su vida en una obediencia amorosa.

Bienaventurados los que se apoyan en la fe de la comunidad, porque descubrirán que nadie cree solo.

Bienaventurados los que se entregan al misterio del camino, porque lo llenarán de sentido con la presencia de Dios.

Bienaventurados los que transmiten la fe con alegría, porque su presencia es una semilla de eternidad en los corazones.

Bienaventurados los que unen la fe y la justicia, porque su fe se hará obra y su obra será oración.

Bienaventurados los que viven la esperanza frente al nihilismo, porque conocen la verdad dentro de los dinamismos de la realidad.

Bienaventurados los que viven la fe como fidelidad, porque su perseverancia será signo de la constancia de Dios.

Bienaventurados los que viven la fidelidad frente a la volatilidad, porque generan confianza allí donde se hacen presentes.

Bienaventurados los que, sostenidos por la fe, sirven a los pobres y pequeños, porque han reconocido el rostro de Cristo en los tirados en las cunetas de la vida. 

Bienaventurados quienes acogen la Palabra en silencio interior, porque se hacen tierra buena para todos los frutos del Reino.

Bienaventurados quienes se atreven a creer en la noche, porque verán amanecer en sus almas la claridad pascual.



domingo, 5 de octubre de 2025

132.- 05.10.2025. TIEMPO ORDINARIO 27. CICLO C

Hemos hecho lo que teníamos que hacer


Bienaventurados los que viven claramente día a día que el ser humano, todo ser humano, es imagen de Dios.


Bienaventurados los que son plenamente conscientes de que el misterio del hombre se aclara en el misterio de Cristo.


Bienaventurados los que defienden de palabra y de obra que la dignidad humana está por encima de cualquier otra instancia, sea la utilidad, sea el monetarismo, sea la ideología, sea el egoísmo.


Bienaventurados los que son misericordiosos y empáticos en medio de la selva de la ciudad en que vivimos. 


Bienaventurados los que aportan en su vida cotidiana semillas para una sociedad más justa, más pacífica, más humana.


Bienaventurados los que buscan la verdad y el bien con su presencia, sus acciones, sus palabras y sus silencios. 


Bienaventurados los que tienen sensibilidad ante la belleza, el arte, la delicadeza en medio de tanta vulgaridad impune que nos atosiga.


Bienaventurados los que saben silenciarse, los que saben interiorizarse, los que saben contemplar en medio de tanto ruido que nos aturde.


Bienaventurados los que buscan superar barreras étnicas, sociales… todas tan circunstanciales y superficiales.


Bienaventurados los que aportan esperanza lúcida en medio de la desesperanza y el nihilismo que nos corroen.


Bienaventurados los que hablan de paz y de justicia, los que actúan como seres pacíficos y justos en medio de tanto cinismo y barbarie que nos daña.


Bienaventurados los que intentan ser humildemente virtuosos en lo cotidiano en medio de tanta soberbia y prepotencia que nos maltrata la sensibilidad. 


Bienaventurados los que buscan la participación, la cooperación el diálogo ante tanta violencia de palabra y de obra que nos vulnera en lo mejor de los seres humanos. 


Bienaventurados los que viven el verbo cuidar en todas las acepciones posibles. 


Bienaventurados los que cultivan su interioridad en medio de tanto ruidos, de tantas estridencias, de tantas emocionalidades. 


Bienaventurados los que realizan la hospitalidad en medio de tantas fobias, de tantos rechazos, de tantas barreras mentales y emocionales. 


Bienaventurados los que escuchan con paciencia a las personas.


Bienaventurados los que se focalizan en el reino, en los detalles del reino, en las semillas del reino que siembran los que son como niños.