Bienaventurados los que confían en la Providencia más que en sus cuentas bancarias
Bienaventurados los humildes de corazón, porque reconocen
su total dependencia de Dios.
Bienaventurados los pobres de espíritu que viven en
esperanza, porque recibirán como herencia el Reino de los cielos.
Bienaventurados los que acogen al otro como hermano y no
como cliente, porque anticipan la mesa del Reino.
Bienaventurados los que acumulan tesoros en la eternidad
compartiendo aquí en la tierra, porque lo suyo nunca perecerá.
Bienaventurados los que agradecen lo poco, porque descubren
en todo la abundancia de la gracia.
Bienaventurados los que alivian al deudor en su carga,
porque participarán en la libertad de los hijos de Dios.
Bienaventurados los que alivian la miseria con gestos
eficaces de amor, porque serán consolados por Dios.
Bienaventurados los que aman solo a Dios como absoluto,
porque todo lo demás lo reciben como don.
Bienaventurados los que anteponen el bien del hermano al
interés económico, porque reconocen en él la imagen de Dios.
Bienaventurados los que aplican la justicia con
misericordia, porque harán presente la ternura de Dios.
Bienaventurados los que ayudan sin esperar devolución,
porque participan en la economía de la gracia.
Bienaventurados los que caminan en la luz de Cristo y no en
las tinieblas del lucro, porque serán lumbreras en el mundo.
Bienaventurados los que comparten en vez de exprimir,
porque construyen fraternidad verdadera.
Bienaventurados los que comparten lo poco que tienen,
porque revelan la abundancia del amor.
Bienaventurados los que reparten sus bienes con los
hermanos necesitados, porque se liberan de la tiranía del egoísmo.
Bienaventurados los que confían en Dios más que en sus
propias fuerzas o bienes, porque no serán defraudados.
Bienaventurados los que confían en el cuidado divino,
porque su corazón está libre de la ansiedad.
Bienaventurados los que confían en la promesa aun en medio
de la oscuridad, porque heredarán la luz eterna.
Bienaventurados los que confían en
la Providencia más que en sus cuentas bancarias, porque experimentarán la
paz que el mundo no puede dar.
Bienaventurados los que convierten sus bienes en
instrumentos de fraternidad, porque participan ya en la lógica del Reino.
Bienaventurados los que creen que el Padre sabe lo que
necesitan antes de pedirlo, porque vivirán en la alegría de los hijos de Dios.
Bienaventurados los que dan más de lo que se les pide,
porque imitan al Dios que siempre da en exceso.
Bienaventurados los que denuncian la idolatría del dinero,
porque serán reconocidos como profetas del Reino.
Bienaventurados los que eligen la pobreza evangélica y por
ello son despreciados, porque el Reino es su herencia.
Bienaventurados los que eligen la sencillez y renuncian a
la ostentación, porque reflejan la belleza de la verdad.
Bienaventurados los que eligen vivir con lo necesario,
porque en su pobreza libre hallan verdadera riqueza.
Bienaventurados los que encuentran alegría en lo sencillo y
no necesitan acumular para vivir, porque experimentan ya el gozo del Reino.
Bienaventurados los que esperan pacientemente en la
Providencia, porque verán cumplirse las promesas de Dios.
Bienaventurados los que guardan silencio interior y se
vacían de sí mismos, porque serán colmados de la presencia de Dios.
Bienaventurados los que hacen de sus bienes un bien común,
porque en medio de ellos habita Cristo.
Bienaventurados los que invierten en el amor, porque su
ganancia es eterna.
Bienaventurados los que no absolutizan las riquezas ni el
poder, porque esperan una herencia incorruptible.
Bienaventurados los que no dejan que la codicia gobierne su
ánimo, porque disfrutan de la paz que el dinero no puede comprar.
Bienaventurados los que no dividen su corazón entre Dios y
las riquezas, porque verán al Señor en la pureza de la fe.
Bienaventurados los que no edifican su vida sobre riquezas
caducas, porque se apoyan en la roca firme del Señor.
Bienaventurados los que no guardan para sí lo que puede
salvar al hermano, porque participan ya en la comunión del Reino.
Bienaventurados los que no hacen del dinero su señor,
porque su corazón es libre para servir al Dios vivo.
Bienaventurados los que no hacen del tener su medida de
vida, porque disfrutan de la libertad de los hijos de Dios.
Bienaventurados los que no necesitan controlar todo, porque
confían en que Dios conduce la historia.
Bienaventurados los que no se angustian por el mañana,
porque confían en que el Padre cuida de ellos como de los lirios y los pájaros.
Bienaventurados los que no se angustian por el mañana,
porque descubren que cada día tiene su propia gracia.
Bienaventurados los que no se dejan comprar por privilegios
o sobornos, porque su recompensa está en el cielo.
Bienaventurados los que no se dejan seducir por la
abundancia material, porque su tesoro está en el cielo.
Bienaventurados los que no viven agobiados por acumular,
porque disfrutan de la paz que el mundo no puede dar.
Bienaventurados los que obedecen al único Señor con
alegría, porque encuentran en Él la plenitud de la vida.
Bienaventurados los que ofrecen un salario justo al
trabajador, porque edifican la paz social.
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