Quisiera estar cerca del Reino
respirar lentamente
cuando nos abruman
los escombros de la negatividad.
¡Danos tu paz, Señor!
de nuestro corazón:
la valentía, la fraternidad, la misericordia.
¡Danos tu reino, Señor!
mirar los destellos
de verdad, de bien, de belleza
que resisten entre las ruinas grises.
¡Danos tu mirada, Señor!
a pesar de tanta paparrucha,
a pesar de tanta mentira,
silenciarse humildemente
ante la intensidad del misterio
del corazón humano.
¡Danos tu corazón, Señor!
sentir lo hondo de tu presencia
en los momentos de santidad,
en los momentos de justicia,
en los momentos de fraternidad.
¡Ábrenos a tu presencia, Señor!
no cejar en abrir los ojos
ante la realidad
porque siempre,
siempre,
siempre
lo mejor está por venir.
¡Danos tu espíritu, Señor!
serenar todo lo posible las palabras,
serenar todo lo posible los gestos,
serenar todo lo posible las miradas.
¡Danos tu fuerza interior , Señor!
cuidar los detalles de humanidad,
cuidar los detalles de empatía,
cuidar los detalles de comunión.
¡Danos tu comunión, Señor!
alimentar la fraternidad,
alimentar la justicia social,
alimentar el respeto a los derechos humanos.
¡Danos tu valentía, Señor!
cuidar la vida,
cuidar toda vida,
cuidar toda vida en todo momento.
¡Danos tu amor a la vida, Señor!
optar por la sobriedad diaria,
optar por el compartir,
optar por la sencillez y la humildad.
¡Danos tu mansedumbre, Señor!
cuidar el bien común,
cuidar toda clase de colaboraciones para el bien,
cuidar la cercanía sincera con los que nos rodean.
¡Danos tu comunión, Señor!
optar por la sobriedad,
optar por la moderación,
optar por la autenticidad.
¡Danos tu pobreza, Señor!
buscar la lucidez de tu palabra,
buscar las certezas de los impulsos del espíritu,
buscar las verdades más humanas
siendo para los demás,
cuidando a los demás,
amando a los demás.
¡Danos tu reino, Señor!
Amorízanos día a día.
Amorízanos respiración a respiración.
Amorízanos como sólo tú sabes hacerlo.